Tirada en la cama.
No tiene ganas de levantarse.
Mete la cabeza debajo de las mantas,
De las blandas, grises y rugosas nubes
Y llora.
- ¿Por qué se descuelga el mar de tus pupilas?
Preguntan tímidas tiritando las estrellas
La esfera da media vuelta
Y se esconde en la cara más oscura
-El sol quemó sus alas de cera
Y se me clava como alfileres
La sombra de su ausencia.
El fulgor de un rayo parte el sonido de un trueno en dos
Y enmudece el brillo de los fonemas de las palabras.
Astros a años luz. Ciegos. Sordos y mudos.
El olor a ozono impregna la habitación azul.
El cuerpo sin vida de un ángel sin alas se funde con la tierra,
Se hunde en el barro del recuerdo.
Saturno para el tiempo.
Se congela todo el universo.
Las rocas que llamamos planetas discuten.
Implacable Marte se ríe.
-La culpa no la tuvo el Sol.
El Sol siempre ha estado presente.
Si él se estrelló
Fue porque estaba enamorada de ella,
De Gea y no de Selena.
Venus replica mordaz:
-Esto no es un juicio.
Nadie es inocente.
Nadie es culpable.
Todos somos víctimas de la ternura,
De la ilusión y del amor.
La sonrisa nerviosa de Mercurio
Indica la prisa por pasar página y cambiar de tema.
Neptuno se deja llevar a la deriva
Y empatiza con los sentimientos que brotan del astro reina.
-Plutón baila con nuestras almas en el infierno.
Se queja Urano
Mientras que el explaneta enano
Toca con lascivia el alma de la blanca esfera.
Saturno grita.
Júpiter le ha clavado un puñal por la espalda
(Las cosas que hace la envidia.)
Los cuerpos celestes, sin vida,
Vuelven a sus rotativas rutinas.
Las nubes se disipan.
Olor a tierra húmeda.
Los gusanos dejan irreconocible
El cuerpo de Ícaro.
-¿Estás ya mejor? Pregunta la estrella más pequeñita
El alba despunta en el horizonte
Y en el polo opuesto
Bolsas y ojeras,
Sonrisa lunática.
¡Auuuuuuu! aúlla el satélite
En el firmamento
Al solitario lobo de la desierta estepa.
Maganto
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