Aleve, proscrito y culpable
Te miro a oscuras entre ninfas
Preguntándome que haría Afrodita contigo
¿Llorar sin consuelo a moco tendido
Por tu mortal, fugaz y breve condición?
¿O sorber gota a gota, despacio,
con las manos, con los labios,
Más despacio
Con la lengua, con los dientes
El licor destilado y envenenado
Que se derrama por la llanura de tu vientre?
Camino en una noche en la que la luna
Se hace la tonta y disimula
Se da media vuelta y muestra su manto de negrura.
Noche de estrellas de ojos de gato.
Aquelarre de brujas flotando y riendo
Alrededor de un niño degollado.
Y lo entiendo todo.
O hago como que lo entiendo.
O me engaño a mí mismo diciendo que lo entiendo
Que es normal y comprensible
Y aunque parezca increíble, es cierto.
Y te sigo mirando a oscuras
Diciéndome a mí mismo
En ese momento concreto
Que tener un hueco en el pecho
Donde anide tu desconsuelo
Es el lugar de sacrificio perfecto
Para que ardas, sinsentido, a fuego lento.
