Frente el replantado Dios árbol
Esparciendo cenizas de un ascua ardiendo
(venida a menos)
Hablo con su divinidad del amor.
Ilustra la silenciosa madera
La belleza que implica ser libre,
Latir fuerte en un mundo mugriento
Manchado de seca sangre
Y vapores negros
Por la quema de nuestros ancestros.
(Por menos de lo que creemos)
Pasando el perenne pino
Se retuerce una sombra blanca,
El humo a veces la tapa:
Observa silenciosa nuestro destino.
Para conocer la quintaesencia
Ha de manar nieve de la cabeza.
Se han de clavar como las espinas
De una rosa arrancada
Todas tus dolencias
Y solamente si sangras lágrimas rojas
La conclusión llegará, por si sola.
Maganto.